La OMS define el screening como la identificación presunta de enfermedades mediante la utilización de pruebas que puedan aplicarse fácilmente y permitan distinguir las personas aparentemente sanas que probablemente padezcan una enfermedad de las que no probablemente no la padezcan, para que aquellas puedan obtener el diagnóstico y tratamientos necesarios.
A los programas de screening se les debe pedir que mejore la tasa de detección precoz, la supervivencia y la mortalidad por la enfermedad. El screening de cáncer de próstata cumple con creces el primer objetivo; los otros dos están en estudio en distintas poblaciones del mundo. Existen controversias, como por ejemplo la de que el aumento de supervivencia que el programa de detección conlleve se deba a un sesgo por adelantarse en el tiempo («lead-time bias») o lo que es lo mismo ganar años con enfermedad diagnosticada/tratada pero no ganar años por enfermedad tratada.
El CP es una enfermedad atractiva para realizar un programa de screening; supone una importante causa de mortalidad, tiene un largo periodo de evolución, se puede detectar en fases asintomáticas, el PSA y el tacto rectal son inócuos y útiles para su detección precoz y su tratamiento precoz tiene un excelente pronóstico. En contra de la realización de este programa se esgrime la alta tasa de CP latente y el desconocimiento actual de la verdadera historia natural del CP.
La mayoría de autores abogan que los programas para detección precoz del CP han de combinar la realización de un tacto rectal mediante un urólogo y la determinación en sangre periférica del PSA. La ecografía transrrectal es muy controvertida como técnica de screening, por la ausencia de un patrón ecográfico patognomónico y por diagnosticar pocos casos más cuando el tacto y el PSA son negativos. En la literatura mundial, existen gran cantidad de casuística al respecto del valor del PSA y el tacto rectal en el screening del cáncer de próstata, pero es evidente que un tacto rectal sospechoso incrementa sustanciosamente el valor predictivo positivo de un PSA alterado.
Las tasas de detección en diversos programas de screning de CP en varones sanos oscilan entre 1,8 y 5 % mediante la realización de tacto rectal y PSA combinados. Evidentemente dichas tasas se incrementan en estudios de varones sintomáticos. En un estudio realizado entre 1091 varones mayores de 49 años de Getafe (Madrid), se obtuvo una tasa de detección algo menor (1,008 %), necesitando biopsias el 8,8 % de la población estudiada y una media de 8,8 biopsias para la detección del CP. El PSA de forma aislada hubiera demostrado el 90,9 % de los CP, mientras que el tacto rectal el 72,7 %; cuando ambos métodos fueron combinados se incrementó por tanto un 37,5 % la detección del CP respecto a si se hubieran hecho aisladamente ambas pruebas.